Un sitio para escribir no es más que eso, un lugar. Los psicoescritores escriben aquello que se les ocurre. Sin censura alguna. Cualquier parecido con la realidad es tan solo pura coincidencia. La creatividad se estimula, no se prohíbe.

3.6.13

El presidente (3): Campaña

Estaba yo en la cárcel cumpliendo mi merecida condena cuando mi abogado, un antiguo amigo, vino para proponerme un cambio drástico. El grupo de tíos que habían venido para continuar con la limpieza había fracasado. Habían sido detenidos salvo dos, que murieron de algún modo. Los involucrados declararon eximiéndome de toda aquella organización acusando a uno de los fallecidos como cerebro. 



Resulta que entre ellos las cosas no iban bien. Eran torpes obteniendo información, se peleaban por tomar el mando y colgaban fotos y actividades en el Facebook de alguno. Inútiles. 

Mi abogado me propuso crear un partido político. "¿Estás loco?", le pregunté. "No, verás", me dijo, "Tío, solamente piensa en el partido que gobierna. Es un maldito partido fascista. El fascismo asesinó a miles de personas inocentes y al resto les negó sus derechos. Tú eres un asesino, pero eres sincero, te cargaste a aquellos que lo merecían y además asumes las consecuencias. Ellos defienden un crimen en cambio lo niegan y jamás asumen nada. El pueblo te quiere fuera de la cárcel, junto a ellos. ¿Por qué no?", me explicó, "Yo me encargo de todo, tú deja que las cosas ocurran", concluyó.

Lo cierto es que siempre había pensado en ser militante de algún partido pero nunca me identifiqué con ninguno. Unos son demasiado nazis, otros demasiado estúpidos...sus líderes son personajes que buscan aplausos y votos. Los votos son necesarios pero la gente quiere a un Chuck Norris o a un Charles Bronson, alguien que actúe y se cargue al malo de una patada giratoria o de un certero disparo. ¿Quién era yo? Yo era Javier Tejedor, Javi para los amigos y "¡eh, tú!" para los gitanos del barrio. Había ganado un premio de pintura a los trece años, en el equipo de fútbol, con dieciséis, ganamos una copa comarcal; con dieciocho empecé a trabajar de albañil y con veintiséis me quedé en el paro. Vivía en el anonimato y sobreviviendo con pequeños trabajos que le hacía a unos y a otros: camarero, repartidor, pescador, vendedor, transportista...soy todo aquello que sois. Mis actos son el resultado de la indignación, aquella que está de moda pero no da frutos. Fui un don nadie e iba a ser un candidato a la presidencia.

A los pocos meses a petición de un colectivo denominado "Libertad para Javier, el salvador del ciudadano de a pie", un juez decidió absolverme de todos los cargos. En declaraciones a la prensa dijo: "La ley está para servir al pueblo y no al revés. El pueblo ha elegido. Si hay consecuencias nefastas los dirigentes del colectivo que ha impulsado su libertad responderán ante mí y no seré benevolente. Está claro que es un asesino pero la democracia está por encima de todo eso". 

Mi abogado me instaló en un edificio de apartamentos con vistas a una obra. Los primeros días no podía salir de casa sin encontrarme a gente de todas las posiciones: unos me adoraban, otros querían verme muerto. Intentaron atentar contra mí sin éxito. La policía detuvo a un tío que pretendía atizarme con un ladrillo.

El partido político "El pueblo decide" fue creado. El presidente en funciones actual, un compañero del antiguo, había convocado elecciones anticipadas debido a las manifestaciones que en todo el país se llevaron a cabo. No es que me quisieran a mí, pero mi actuación había convencido al pueblo de que se podía cambiar la situación. Puesto que prácticamente todo el país estaba sumido en la pobreza y demás calamidades fue una mayoría absoluta la que salió a la calle.

Entretanto mi abogado obtuvo entrevistas con medios, discursos en plazas de ayuntamientos y debates en polideportivos. En algunos lugares se mostraban excépticos con mi candidatura sin embargo mis argumentos convencían. Fuera donde fuese el mensaje era "Sólo quiero que la gente decida". Y así, sin engañar a nadie ni despreciar a otro partido político viajé por todo el territorio nacional desbancando a mis competidores. ¿Que yo era un asesino? Por supuesto, pero ellos me sacaron porque no consideraron apropiado mi encarcelamiento. ¿Que no tenía estudios? Claro que no, pero sabía lo que quería y ante cualquier error asumiría las consecuencias y convocaría elecciones si fuera necesario. El caso es que ¿Qué podían inventar sobre mí si había matado a gente y no lo ocultaba? Intentaron acusarme de pederasta pero puesto que no era verdad, no pudieron demostrarlo y derroté así a otro partido político. 

La verdad, la sinceridad, la honestidad...lejos de convertirse en un hecho es más bien una utopía. A no ser que todo ocurra al revés y la gente esté harta de la mentira. Entonces ¿Qué ocurrió? Me eligieron presidente.

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